viernes, 23 de mayo de 2008

Algunas Reflexiones

Desde muy pequeña he tenido la necesidad de plasmar con las manos la expresión de mi mundo interior. Mi vida, hasta ahora, ha sido un recorrido por las más diversas técnicas manuales, desde la pintura hasta la escultura, y fue precisamente en esa constante búsqueda que descubrí la cerámica y sus aplicaciones. La plasticidad y textura de este material me cautivaron hace unos 10 años y desde entonces no he parado de investigar y elaborar todo tipo de objetos de arte, desde pequeñas piezas para joyas, hasta platos, jarritos y esculturas. Mi fuente de inspiración es la naturaleza y los espacios urbanos y arquitectónicos. Además soy una admiradora de las culturas precolombinas y del arte étnico en general. En el telar que es mi nueva pasión, intervengo tapices con aplicaciones en cerámica gres además de usar la cerámica como soporte en la creación de un nuevo tapiz.

Entrevista El Mercurio / Interview


Fusión de Estilos

Dagmar von Harpe arma atractivos experimentos visuales mezclando cerámica y tejidos. “ Estas técnicas se potencian mucho ”, dice ella, qe realiza sus obras repartida entre el taller donde trabaja con arcillas y su pieza, donde pasa largo tiempo urdiendo en el telar.

Texto, Soledad Villagrán Varela
Fotografías, Homero Monsalves

Jamás ha podido ver por televisión sin estar tejiendo o bordando; de lo contrario siente que pierde el tiempo. Esta fijación de armar cosas con las manos la ha perseguido siempre, por eso cuando trabajaba en una empresa naviera igual corria en las tardes a tomar “ cursos de todo ”, llamese punto cruz, joyería, óleo...

Ahora, Dagmar hace esporadicaménte labores de interprete de inglés y alemán, y la mayor paret de su tiempo la dedica a su obra artistica desde que hace 10 años se topó con un curso de pintura mayólica, “ donde se decoraban cosas de Pomaire. Rápidamente me dieron ganas me meter las manos en la masa y hacer mis propias piezas ”

Primero tomó clases de cerámica básica y a los dos años aprendió a tornear con Lise Moller. Luego y hasta hoy, asiste al taller de Ricardo Irarrazaval donde se atrevió a incursionar en formas escultóricas. “Uno siempre tiene luchas internas con este tipo de obras, por que reflejan mucho de la propia sensibilidad”, afirma Dagmar, quien trabaja siluetas que en nada remiten a lo figurativo y si a lo étnico y orgánico.

Y aunque se siente cómoda manipulando la arcilla, hace un par de años sintió la necesidad de saldar la deuda pendiente que tenia con el tejido. “Desde los 16 años tenía guardadas las fotocopias de un libro de telar, y cada vez que las miraba me bajaban las ganas de hacer algo ”, cuenta. Le comentó de estas ideas latentes a su profesor y el la contactó con su hermana Carolina, artista textil.

Ha sido una experiencia fantástica. No podría dejar la cerámica, pero tampoco las lanas.